
Gravedad distorsionada – S. Dalí

Puerta Casa Milà, Barcelona – A. Gaudí

Surrealismo

Relativity – Escher

Misterio y melancolía de una calle – De Chirico

Le Blanc-Seing – Magritte

Antoni Tapiès



Arte y literatura – Loren Entz
Gravedad distorsionada – S. Dalí
Puerta Casa Milà, Barcelona – A. Gaudí
Surrealismo
Relativity – Escher
Misterio y melancolía de una calle – De Chirico
Le Blanc-Seing – Magritte
Antoni Tapiès
Arte y literatura – Loren Entz
Hace aproximadamente un año tuve una época en la que dibujaba siempre personas con rostros sin rasgos. Era una época en la que retomé la pintura sobre tela después de varios años sin practicar y pintaba casi siempre en dimensiones media y grande. He de decir que era una época de grandes cambios en mi vida, dentro y fuera de mí. Un día me puse a investigar sobre el posible significado de mis personajes sin rostro. Parece que podría ser un indicador de vergüenza por algo que le impide al sujeto dar la cara a la sociedad, por lo que evita toda relación o compromiso social. Se evade para mantenerse libre de problemas o acusaciones, para protegerse de cualquier hostilidad hacia su persona (complejo de culpabilidad profunda). Síntoma de apocamiento, timidez; conducta retraída, cautelosa y reservada; falta de seguridad en sí mismo; tendencias a avergonzarse, tendencia a aterrorizarse fácilmente, a apartarse de las circunstancias difíciles y peligrosas. Después de leer todo esto quedé un tanto turbada, aunque parte de razón llevaba, por lo menos en mi caso. Volver a retomar los pinceles después de algunos años y a mi edad, no fue fácil… Quise seguir investigando sobre el tema y empecé a analizar algunas de las obras de De Chirico, también con personajes de rostros sin rasgos.
De Chirico en 1914 introduce un elemento competitivo que será determinante para su obra plástica: el maniquí (El filósofo y el poeta). Ya en esta obra comienza a utilizar el maniquí como signo humano: solo que revela al hombre sin rostro, ni sentidos, transformando sus características físicas para denunciar aquel vacío psíquico de la condición humana en la era tecnológica que, de alguna manera, percibía y le atormentaba. Sigue utilizando los maniquíes como personajes mecánicos, ciegos, mudos y sordos. Son personajes que no tienen vida interior, construidos con escuadras, reglas y triángulos (Héctor y Andrómaca). en su obra «Il ritornante», el hombre es un ser cosificado que ha perdido el humanismo y ha degenerado en el vacío existencial.
«Les chants de la mi mort» (Alberto Savinio) es otro ejemplo donde el protagonista es el hombre sin rostro. De ahí la utilización del maniquí como significante del proceso mediante el cual la máquina rige la sociedad moderna, en la que el hombre sufre una transformación mimética al convertirse también él en máquina y perder el sentido humano de su propia existencia.
Eva Martínez Olalla – «Sogni e altre storie immaginate». Feb. 2015