A lo largo del siglo XX, algunos pintores se han arriesgado a imaginar y hacer libros para niños (con mucha seriedad, picardia, necesidad, por amistad con el autor del texto o por distracción). En su mayorìa, estos ejemplos célebres son libros hechos a dos manos: el pintor o grabador que ilustra el texto de un poeta o un cuento popular, y el editor que hace de maestro de obra. En una exposición en Paris descubrimos un libro de formato pequeño con grabados de Marc Chagall ilustrando el cuento de Der Nister «A mayse mit a hon; dos tsigele (Cuento del gallo y del cabrito), publicado en 1917 en Vilnius y primer libro ilustrado por el pintor.
En 1921, se publicó en Zurich ‘Mitsou, historia de un gato’, un libro con cuarenta ilustraciones de Balthus y un prefacio de Rainer Maria Rilke.. Balthus inventò e ilustrò a los 13 años esta historia de un niño que pierde y encuentra a su gato.
En este sentido, uno de los trabajos más conocidos son las ilustraciones que Pierre Bonnard realizó en 1926 para «Histoires du petit pére Renaud» (Las historias del pequeño Renaud), de su amigo Leopold Chauveau.
También podemos mencionar «Il était une petite pie» (Erase una pequeña urraca) de Lise Deharme, ilustrado en 1928 por Miró para la Galería Jeanne Bucher,
y «Ko et Ko, les duex esquimaux» (Ko y Ko, los dos esquimales), de Pierre Gueguen y que Marìa Helena Vieira da Silva realiza para la misma galería.
En 1969, Sonia Delaunay, atiende al llamado de Rosellina Archinto, quien la invita a realizar 30 ejemplares de un abecedario sobre canciones de cuna, recopiladas por Jacques Damase para Emme Edizioni en Milán, Italia.
Asimismo, ciertos editores han utilizado obras de pintores para hacer libros para niños sin que los pintores participen directamente en la ediciòn del libro: este es el caso de «Trois contes pour l’anniversaire de Luis» (Tres cuentos para el cumpleaños de Luis), concebido por el pintor André Masson para su hijo en 1943.
Más recientemente, en 1970, algunas obras de David Hockney aparecieron reproducidas en pequeño formato en el libro «Six Fairy tales from the brothers Grimm», de la editorial Petersburg Press (Londres).
Otra tradición heredadad del siglo XIX es la de las «ediciones de lujo» – por ejemplo, cuando Gustav Doré ilustra cuentos fantàsticos-, tradición que implica que las ediciones conllevan una fuerte carga de trabajo bibliotecologico.
Esta tradición sigue vigente a lo largo del siglo XX en el campo de libros para niños y conoce un periodo de auge, que se inaugura cuando el gran editor-impresor Alfred Tolmer comienza a utilizar la superficie entera de la página del libro, trabajando con artistas como André Hellé, quien por aquel entonces concibe la totalidad de un libro realizado con estenciles, «Grosses bêtes et petites bêtes» (Grandes bestias y pequeños bichos).
Tolmer también trabaja con Edy-Legrand y varios artistas más. Desde hace varios años, el editor René Turc ha trabajado en la editorial grancesa Editions Grandir junto con grabadores como Elbio Mazet, en un intento por recuperar esta tradiciòn en la que el libro se da a conocer como un objeto hermoso.
Más allá de todas estas corrientes, existe un tipo específico de libro cuyo valor artístico reside justamente en su uso como libros-objetos. Este tipo de libros son muy diferentes a las ‘ediciones de lujo’, o ediciones de colección, y son fruto de la concepción del artista, quien adopta el soporte del «libro» para realizar sus obras. En ellos, texto e imágenes forman un todo, indisociable e interdependiente.